martes, 9 de octubre de 2007

BUENAS INTENCIONES

Edward G. Robinson haciendo de bueno en "Perdición"

La otra noche estábamos viendo “Perdición” en el Dvd, y nos acordamos de la vez que vimos “Fedora” (que también es de Billy Wilder) junto a Dillión y Mayte. Recuerdo que la novia del poeta me llamó gerente del crepúsculo por algo que pasaba en la peli. Si quieren un ejemplo de lo que considero que Mayte quería decir, fíjense en el personaje de Edward G. Robinson en “Perdición” o el de Jack Lemon en “El apartamento”.

Sean del género que sean, en las películas de este director siempre hay un sitio para estos antihéroes. Hombrecillos que no son ni muy inteligentes, ni muy valientes, ni demasiado honrados, cuyo único mérito es tener vagas buenas intenciones. Tipos de traje gris que fueron desapareciendo del cine conforme Wilder se fue quedando sin contratos.

Desaparecieron de las películas, pero en la vida ahí están, dispuestos a dejarle las llaves del apartamento al jefe, para que seduzca a la ascensorista depresiva.

Supongo que el sambenito que me colgó Mayte se resume con el refrán “de buenas intenciones está el infierno lleno”, pero a ella le salió de una forma más poética. Tal vez por eso, desde entonces, me identifico más con esos tipos paniaguados que Wilder retrató con ternura pero sin una gota de compasión.

Alguien tiene que encenderle el último pitillo al protagonista, aunque éste sea un sinvergüenza de primera categoría. Si me toca a mí, tendré a punto las cerillas. Va con mi naturaleza.

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