lunes, 8 de octubre de 2007

AL PAN, PAN

Si el perro levantara tres metáforas con su ladrido, el anfitrión, desde esa ciénaga no real en la que está apostado, dispararía, para entregarlas en un banquete ficticio de palabras.

Casi rezó para que no batieran sus alas nerviosas esta madrugada. Pidió que el perro se levantara afónico.

El perro cumplió su parte. Por eso lo llamó can.

Las metáforas saltaron.

Apuntó con su rifle y cayeron al suelo como pájaros heridos.

El can las encontró. Él las guardó en su morral.

No tenían buena pinta.

Serviría vino y bastantes entremeses para disimular su color ceniciento.

Lo mejor de la mañana fue el almuerzo, que no tuvo nada de metafórico.

Pan, salchichón, rioja.

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