lunes, 30 de abril de 2007

EL DÍA QUE NO HUBO

Durante el día que no existió se cometieron crímenes, aunque las autoridades no emitieron comunicado alguno ni evaluaron el grado de abyección de los desalmados que se negaron a reconocer que aquel día no era como los demás. Se vendieron productos, no siempre invisibles, y los periódicos salieron, compuestos con noticias de días que si habían existido, de ayer o de mañana. Pero todo eso no justifica que existiera, porque antes de que hubiera calendarios hubo crímenes que nadie fechó, se intercambiaban productos sin caducidad estipulada, y las noticias no se clasificaban arbitrariamente: no había un día de la tierra, o un día de los hongos y eso que los hongos y la tierra existían hacía mucho tiempo.

Una pareja que pensaba que ese día existiría se despertó. Desayunaron y se despidieron, y cuando llegaron al trabajo, un director de recursos humanos y un gerente les invitaron a pasar el día en la oficina; los jóvenes, separados por paneles de esos que se colocan entre los escritorios, actuaron como si hubieran estado juntos, de forma que compartieron distantes el tibio bienestar de un no-día inédito, semejante a cualquier otro, rutinario, pero profundamente distinto.

Hay escépticos que niegan la inexistencia del lunes 30 de abril de 2007, que recopilan datos que supuestamente prueban que ese día sí ha existido: los periódicos, los tiques de los artículos que se vendieron, correos electrónicos, faxes enviados etc. Pero todos los que rechazan ese lapsus del calendario lo han hecho en los días sucesivos: nadie reivindicó la normalidad del día ese mismo día, y eso es a lo que nos agarramos los que no aceptamos que el 30 de Abril existió.

viernes, 27 de abril de 2007

PUBLICADO EN DIAGONAL 04/07

LOS 'PROSS'
Dos finalistas en las últimas ediciones de la Champions y tres en semifinales de 2007 demuestran hegemónica a la competición inglesa, la mejor organizada y posiblemente la más atractiva de las que se ven por televisión. El otro equipo que disputa el entorchado es el Milan de Berlusconi, que repite una temporada más entre los gallos europeos, a pesar del intenso ruido que provocó la sentencia del caso de las escuchas telefónicas.


De los cuatro, el Manchester United es el que tiene fama de practicar mejor fútbol porque le metió siete a la Roma en el partido de cuartos. El codiciado Cristiano Ronaldo es la fantasía ibérica de los de Ferguson. Junto al portugués se batirán el cobre los Neville de toda la vida y alguno nuevo que pondrá mucho arrojo. El Chelsea no tiene un figurín como Ronaldo, aunque su enorme inversión lo acerca al triunfo en base a la lógica del mercado. Un peldaño financiero más abajo, pero también tecnificado hasta las cachas, está el Liverpool del estudioso Benítez.
Estos tres equipos han tumbado a sus rivales con los viejos ideales de las islas. A lo largo de la temporada sus jugadores han disputando cada partido con fervor. Cuando vinieron mal dadas, la voz de los hooligans rugió como una sola, y los entrenadores lograron disponer en las áreas redes que todavía nadie ha desmadejado. Chelsea y Liverpool son los equipos perfectos, al Manchester este año le ha tocado el papel de sano aspirante, el de los equipos británicos de siempre.


Es una época dorada nueva a la que el márketing asiste entusiasmado, bendiciendo a los clubes con ofertas desmesuradas. Hasta el momento no han logrado extrapolar los éxitos a su selección, tan experta en fracasos como la española, pero eso será un asunto menor para los que levanten la copa dentro de unas semanas.

jueves, 26 de abril de 2007

VI A DIOS EN UN BAR




Durante muchos años creí que tendría que esperar el día del juicio final, no esperaba ver a Dios en esta vida. He de reconocer que me convencieron quienes dicen que Dios es más parecido a un concepto matemático que a un anciano de barba blanca. No es que fuese ateo, digamos que no creí que lo encontraría encarnado, en la cola de un servicio, como así ocurrió.

No interpreten esto como una especie de parábola. Era un retrete normal y Dios guardaba su turno. Vestía pantalones vaqueros y camisa. No había serafines, y la puerta del servicio del FM de ningún modo es la entrada del paraíso. Pienso que no debería sorprenderles que se manifestara así pero, si de hecho ocurre, significa que en algún momento ustedes han acariciado la idea de que se les aparezca y se han planteado dónde y de qué forma verán a Dios, así que su sorpresa me hace feliz.

Cuando uno lo conoce en toda su majestad cualquier máscara que porte prácticamente se olvida. Eso lo ha dicho gente muy cualificada y yo puedo corroborarlo. Sólo por si inclinara al jurado a mi favor, diré que tenía un ligero parecido con el periodista Jesús Álvarez, pero repito que es imposible describir a Dios en cuanto el envoltorio que escoge.

En ese bar hay un mismo servicio para hombres y para mujeres, por eso muchas veces hay que esperar turno. En un primer momento no se mostró, permanecía apoyado en la pared. Mientras Él aguardaba, sin reparar en mí aparentemente, yo pensé en Dios, es más, puedo decir que entonces volví a creer. Fue un sentimiento tan profundo que no me percaté de que aquel extraño entraba en el servicio.

Esa placidez no perduró. Un momento después, una gran angustia apretó mi estomago de forma que temí que se tratara de un infarto. Era la manifestación de todos mis pecados, Dios, desde detrás de la puerta, hacía un examen de mi alma: me estaba purificando. Sin embargo para mí constituía el más intenso de los dolores. Tanto me quemaba que estuve cerca de perder el conocimiento.

Cuando ya no pude más, Él salió de la oscuridad. Era algo como una luz, en efecto, una luz distinta, sin mezclas. No puedo describirla porque no sé cómo hacerlo, tan solo recuerdo que era de un color que yo no había visto ni creo que vea hasta que muera. Apenas fue necesario que hablara para que yo comprendiera aquello que quiso enseñarme. Lo que para mí fueron años, transcurrió en un suspiro. Regresé con mi esposa a la barra del bar. No le dije nada porque Él se nos muestra de uno en uno, no quería asustarla. Me refresqué un momento y le pedí que saliéramos en seguida.

Respeto sus ideologías y sus credos, así como espero que la gente procure respetarme. Desde aquel día no pocas veces he topado con algunos a los que les he parecido un fantasioso. Muchos creen que el hecho de que estuviera en un bar me convierte en un borracho, otros me toman por una especie de iluminado. Yo acepto sin ofenderme aquello que emiten los seres humanos que aún no escuchan la música que Dios insufló a mi alma. Este mundo nos ofrece desconfianza, sólo espero que ustedes posean algo de fe.

Tengo una nieta a la que quiero hacer un regalo: un breviario muy delicado que se vende en una tienda de antigüedades que hay cerca de mi casa. No quiero nada para mí, sólo trato de que mi nieta, en esa edad tan complicada, encuentre en ese libro las respuestas que, ni este mundo atribulado, ni su pobre abuelo, son capaces de transmitirle.

Como han oído muchas veces, Dios es principio y fin de todo. Comprenderán que también sea el punto y final de mi pequeño relato, por eso les escribo aquello que expresó con palabras, para que puedan dedicarles tanta atención como yo. Durante mi experiencia, un único pensamiento interfirió en mi cerebro. Decía: es maravilloso, pero estoy muerto. Él adivinó el sentido de ese pensamiento y con su celestial chorro de voz dijo: ahora serás feliz. Fue entonces cuando desperté, arrodillado en el suelo del FM, y vi cómo se iba. Envuelto en su temporal capa, Dios caminaba hacia la puerta de la calle.


Este relato, 100% verídico, lo presenté al concurso Cumbres Borrascosas, y quedó antepenúltimo de su grupo. Una pena.

lunes, 23 de abril de 2007

PUBLICADO EN ZARABANDA 04/07


FALSA MEMORIA DE FRANCO


Nací cuando ya estaba muerto. Aún paso ignorante por calles con nombres como Yagüe, Mola, Sanjurjo o caídos de la división azul. Hace tiempo los mayores hablaban de Franco de vez en cuando, casi siempre mal. Hoy sólo el Cuéntame lo recuerda en público y en esa serie su figura también está ausente, puede que por un exceso de voluntad fraternalista, quizá porque ya entonces se trataba de una especie de fantasma que habitaba el palacio del Pardo.


Entre otras cosas, el libro de Vázquez Montalbán “Autobiografía del General Franco”, me ha llenado de optimismo. Aunque la derecha se inflame, al menos no existe otro así. Espero que tampoco se le busque. La marea de la política internacional ha llevado a España donde Franco tanto temía, a un lugar tranquilo, a cobijo del imperio, en dónde no hay razones para creer en ninguna patria. Algunos políticos hablan de que se repite el clima del 36, pero afortunadamente parece que se trata de una perversa maniobra de marketing y no tanto de una amenaza.
Desde que el Partido Popular es Partido y no Coalición, su imagen ya no se asocia a la del dictador. A raíz del cambio, cuando se desmoronó la UCD y Fraga se convirtió en el clavo ardiendo de los conservadores, el PP tuvo que arrinconar la memoria de Franco igual que había hecho él con la de José Antonio. Del partido de Suárez llegaron bastantes políticos que ya habían jugado la baza de declararse fuera del movimiento, de forma que el PP tomó la calle de en medio y los guiños a los nostálgicos se fueron haciendo sutiles o desaparecieron. La lealtad hacia el que cae no es un distintivo de la derecha tradicional, por mucho que la literatura franquista dijera lo contrario.


En esta democracia la libertad de expresión viene de serie junto con los derechos del buen ciudadano. Al margen de las precauciones legales que disuaden al más pintado de hablar mal de los Borbones, por poner un ejemplo, se puede contar casi todo lo que uno quiera, con los únicos inconvenientes de que nadie quiere perder el tiempo escuchando lo que dice el primero que pasa y de que hay muy pocos grupos de poder a los que les interesa un modelo de discurso aséptico. Hoy escribo contra Franco, hoy se me permite llamarle asesino y supongo que nadie me detendrá dentro de unos meses. A cambio este texto no tendrá casi repercusión. Queda lejos la cruel publicidad de la represión franquista, se ha descubierto que la invisibilidad es un castigo peor y una forma de censura que no mancha tanto, mejor adaptada al mercado.


Ni los cuerpos de seguridad del estado ni los oficiales del ejército prodigan elogios a Franco o al movimiento en público. Con respecto a lo que hagan en privado, hoy se acepta que cada ciudadano tiene la potestad de construirse un panteón de criminales a su medida. La globalización define el papel del ejército en nuestra época. Si no se es una unidad de destino en lo internacional no se es el conductor. Los militares van a por sus ascensos allí donde les lleven, como hizo Franco cuando era comandante.


Franco fue necesario para la iglesia católica menos tiempo del que la iglesia fue necesaria para él, así que al Vaticano no le han afectado los años de democracia. La prueba palpable es la financiación que se otorga al clero en los presupuestos del estado.


Quedan otras rebabas del franquismo, símbolos, monumentos, sucesores, represores, políticos de la oposición etc. Hay costumbres como la de ilegalizar partidos que aún perduran. El retraso de las ciencias y las letras, en cambio, es más una consecuencia que un resabio de esos treinta y nueve años. Con el conocimiento no encaja la adulación, la búsqueda de un enemigo de dimensiones desconocidas o la censura que dominaba entonces, así que los que más podían aportar se exiliaron en el extranjero o en sí mismos. Aún costará mucho reconstruir la base de la cultura, aunque parezca que ha pasado un siglo desde que Franco murió.


Muchos hijos de la posguerra piden muestras claras de gratitud y cariño. Se consideran los protagonistas olvidados del cambio histórico, al tiempo que piden que recordemos el sufrimiento de sus padres, que valoremos el paisaje que ha quedado a pesar de la debacle y la purga de los vencidos. Pero el olvido colectivo es inexorable. De la guerra, la autarquía y los años del Opus, quedan un puñado de películas y de libros, malintencionados o no, y la siniestra silueta del valle de los caídos. El resto, como dice Montalbán, es ruido, que tapa las canciones de la falange, los delirantes discursos de Franco, y la nasal voz que narraba las proezas pesqueras del galán del Nodo, sonidos que hoy desaparecen hasta de las parodias.


Para sus enemigos queda el escaso consuelo de que se le esté olvidando, pero aquellos que piensan que la historia se repite varias veces y para peor, se duelen de que suceda porque eso implica que se olvidan los crímenes que cometió y también a sus victimas.


Yo no sé que pensar. No puedo imponerme recuerdos de una etapa que no pasé. Quiero solidarizarme con aquellos que la vivieron y murieron en busca de la libertad, pero la palabra solidaridad me parece floja y no se me ocurre otra que la sustituya. Aunque es consciente, el olvido no es optativo. La falsa memoria no logra imponerse y no revela a los que nacieron después de aquel 20-N, cómo fue ese pasado que siempre nos han descrito como gris.

jueves, 19 de abril de 2007

VA Y VIENE CON SU BURRO



Desde mi mesa veo el campo. Si esforzara la vista quizá vería un burro con un carro a la espalda, carro en el que un gitano elegante carga la chatarra de la cañada real. Si imaginara que es una vaca y no un burro me recordaría a un valle (qué verde era el mío) o a una especie de paraiso terrestre en el que sabría tocar la guitarra, libaría aguardientes melosos en copas de oro vitrificado y abusaría de mi placer, pendiente de procurarme algún aburrimiento leve que contrastara en un día (tras otro) trufado de dichas ligeras, de encuentros felices, casi siempre conmigo mismo.

Si el pueblo de Roma tuviera una sola cabeza Calígula la habría cortado. Puede que sus descendientes, los del emperador, no los de los descabezados, viviéramos en el prado de enfrente, quizá los gitanos chatarreros serían repartidores de augurios y bonanzas, y no recogedores de hierros, y no apiladores de paléts, y no cartoneros, y no buhoneros, y no robarían gallinas.

Pero los romanos no tenían una sola cabeza, y Calígula sí. Al improductivo lo descabezaron y su caballo se quedó sin cargo de senador, y los descendientes del senador hoy tiran del carro del gitano con clase que camina desde Valdemingómez a la Cañada Real silbando "Quién maneja mi barca".

Ellos fueron reyes y esclavos y nosotros somos otra cosa, a medio camino entre las dos. Sin trajes de rayas ni un sombrero con una banda blanca, sin un burro pasitrote ni pocos cobres en el bolsillo. Sentados, como si hicieramos algo importante, mirando un valle que en otro tiempo fue nuestro, fue valle, y que hoy es carne de polígono.

jueves, 12 de abril de 2007

PUBLICADO EN ZARABANDA 12/06



Metros y kilómetros


Una mañana cualquiera, entre las ocho y las nueve, el subterráneo se convierte en un mal sueño para millones de trabajadores en el mundo. La marea humana fuerza su civismo entre empujones. A veces saltan chispas en los trenes: No empujen. No ven que no cabemos. ¿Usted se cree que yo estoy bien?

Muchos días el vagón está parado en una estación, no avanza. La gente sostiene los paraguas y los abrigos, algunos una mochila, y no hablan. Al cabo de unos instantes de nervios suena el silbato y el túnel vuelve a absorber el tren. Algo semejante al alivio relaja los gestos y se reanudan conversaciones que durante dos o tres minutos se han interrumpido. Casi todas giran entorno a lo mal que andan el trabajo, el equipo, la vivienda etc. Sólo si es lunes se preguntan qué tal ha ido el fin de semana y se contestan que estuvo bien.

Al conductor de un coche al menos le pertenece su espacio. También es suyo el Dióxido de carbono que vomita el tubo de escape. No hay empujones, sólo una desesperación privada que se traduce en algún toque de claxon. El conductor escucha cabreado la radio y entretanto su coche suelta mierda. Mientras inicia la tediosa búsqueda de aparcamiento piensa que sobran motivos para dejar el coche en casa o en el concesionario. Pero hoy día la obsesión por el confort es tan exagerada que es difícil convencer a nadie de que no consuma su ración de tapicería y kilómetros por hora.

En metro o en coche, la mayoría de trabajadores de Madrid tarda entre veinticinco y cincuenta minutos largos en llegar a su casa. Si se vive en Rivas y se trabaja en Madrid se tarda entre media hora y hora y media. Con las horas de trabajo y las del horario partido, queda poco tiempo para casi nada.

Peatones y ciclistas son privilegiados y una feliz excepción. Si tomar el subterráneo es un descenso al infierno, el cielo queda para los afortunados que llegan caminando al curro. La bicicleta es una alternativa ecológica y lírica, pero si llueve da canguelo y hay distancias que son excesivas para dar pedales. El autobús es el sostenible término medio. A pesar de que comparte inconvenientes con el metro y con el coche, y de que no es un medio rápido, el bus es un buen modo de hacer trayectos concretos.

En esas horas en que los enfermos acuden a consulta, los críos hacen novillos, y se incorporan al trabajo los abogados y los profesionales del diseño, el metro es el transporte más veloz. También es el más siniestro en el que se puede viajar. La idea de la gente encerrada en túneles es recurrente en los relatos y no tanto en las películas de terror y ciencia ficción. El metro es lo más parecido que hay a la oscuridad metafórica de la Literatura. Como la caverna, la mina, las catacumbas, o los calabozos, es un lugar oscuro y claustrofóbico que se asocia a la tristeza.

No obstante, gracias a la inversión privada, todo favorece la integración de los seres humanos en el mundo subterráneo. Las nuevas paradas construidas permiten que cada vez más trabajadores cumplan con el deber de saludar temprano al patrón. Televisiones en los andenes, periódicos en el suelo, músicos que tocan “Moliendo café”, vendedores de paraguas, e incluso bibliotecas, le dan un aire de centro comercial en decadencia, a la medida del burgués. Un espacio decadente, que no llega a ser apocalíptico y que sólo parece infernal cuando una muchedumbre coincide en el vagón.

La solución del transporte de tantos trabajadores en el mundo moderno (o posmoderno) es algo quimérica. El metro sigue siendo la mejor solución posible, y las mejores soluciones para que este medio funcione bien implican más movimiento de ladrillo.

No se deberían vender como logros las cifras de viajeros transportados porque lo único que dice ese dato es que cada día los mismos viajeros se aglomeran en el mismo andén. Ni es ético utilizar el transporte público como una baza electoral ya que éste apenas cumple la función de repartir a las hormigas por el hormiguero y ese servicio se paga con el precio de los abonos, que sube sin retrasos todos los meses de enero.

PUBLICADO EN DIAGONAL 12/04/07


CON PRISAS ES CHUNGO

Con prisas es tan costoso... Se acaba el tiempo, no hay ideas, recuperar el balón cuesta tanto, subirlo, centrar para que despejen, siempre la misma jugada, y el cronómetro corre, y las jornadas transcurren, y el equipo no gana, no suma. Así no hay quien se concentre, dan ganas de dejarlo, abandonar. Con prisas las carencias de los que juegan en mi equipo se subrayan. Nadie pone algo que sirva para ganar, ni un pase bueno, ni un chut, y nunca las dos cosas a la vez. Por el centro es complicado, los pases desde la banda van fuertes o flojos o mal colocados, nadie remata entre los palos y, si alguien lo hace, chuta despacio o el portero contrario se convierte en un ágil villano, o el árbitro escamotea un penalti a mala leche.
Hay equipos como el nuestro que tienen prisas desde que comienza el partido, prisas y ansiedad. La ansiedad es el coco de los entrenadores de los equipos mediocres; en cuanto las ganas pueden a las ideas se acaba la diligencia. Los equipos que se juegan el descenso en los últimos partidos echan el resto para sobrevivir, no hay duda, pero eso no garantiza nada, y sus rivales les marean el frenesí, la tocan cuatro veces y les vuelven locos. A los colistas les da el tembleque y así es difícil que consigan escapar del pozo.
Sin embargo, un día, de vez en cuando, topan con un contrario relajado, o el árbitro les regala un penalti, o el equipo se quita el miedo con un gol y remacha con otro, y los jugadores sonríen y se dicen: lo vamos a conseguir. Ha llegado la primavera, y los muchachos y las muchachas se besan en las gradas, y el equipo remonta y el éxtasis logra que el público anime y crea.
Aunque la mayoría de los domingos no sucede, y llega un aguafiestas que se escapa en un contragolpe y celebra el gol bailando samba, el muy mamarracho.

miércoles, 4 de abril de 2007

PUBLICADO EN ZARABANDA 11/06



BIENVENIDO A LA JUNGLA

“Bienvenido a la jungla
cada día se pone peor aquí
aprendes a vivir como un animal.”
Guns N' Roses


Dicen que las junglas son distintas. Que se trata de lugares salvajes en los que los animales se disputan cada palmo, el calor asfixia, y la lluvia se clava como dardos cuando traspasa las lianas y las ramas hacia los monos. En esas junglas perdidas, la naturaleza se burla de los humanos. Se coloca sobre sus hombros y los aprieta despacio hasta que los huesos ceden a la presión y los cuerpos caen a la tierra, que pronto se los traga. Hablan de que es difícil salir de allí

Esta es otra jungla, la que conoces bien. La que forman las melodías de los móviles, las voces de los locutores, los sonidos de las ruedas, y las canciones que escucharás muchas veces. Es una jungla que apenas huele, sólo a unos perfumes, a gasolina, y a café. Aquí lo impredecible se da poco y no es casual.

Si tratas de recordar cómo llegaste, seguro que lo consigues. Regresas al camino, a la infancia, al año en que supiste que tenías que llevar dinero encima. No recuerdas el momento en el que escogiste esta vida. Hubo quién se ofreció a acompañarte a lo largo de la ruta, pero en algún punto os separasteis. Nadie te dio la bienvenida, ni te pidió que entraras. Un día apareciste, eso es todo. Cogiste el metro o el autobús en una hora temprana y te encontraste con otros iguales que tú.

¡Parecían tan distintos! Utilizaban palabras que no conocías y que pronto pronunciaste. Lo peor de todo es que te clasificaron antes de que tú mismo supieras quién eras. Te dieron suficientes razones para regresar cada mañana. A lo largo de estos años muchos cayeron en la tierra y viste cómo los engullía. Has visto a recién llegados que esperaban un reconocimiento, un saludo al menos. Y quizás hayas sonreído con sarcasmo.

Podrías estallar en la jungla porque hay compartimentos reservados para los que caen. Se les retira a lugares con una cierta heráldica del fracaso, lugares con encanto tétrico. Pero lo mejor es que sobrevivas.

Ya lo dijo el Rock and roll.

Guns N’roses ha sido el mejor juguete roto del rock de los últimos tiempos. Llegaron a España a la vez que Nirvana, una banda que porta el estandarte de toda una generación perdida. Los Guns N’roses no tuvieron ni suficientes fieles ni demasiada influencia como para hacer sombra a los Nirvana, pero Welcome to the jungle forma parte de la banda sonora de nuestro fin de siglo tanto como Smeels like teen spirit, la canción con la que el grupo de Kurt Cobain se comió el mundo crudo. El tema que da título a este artículo es la síntesis musical de Led Zeppelin y el heavy caniche, la letra es una descerebrada historia de canibalismo y orgías.

La banda de Axl Rose y Slash surgió en Los Ángeles, una jungla de ciudades, muy parecida al modelo de gran Madrid que crece alrededor de Rivas. Es como un niño que revienta toda la ropa, una jungla de asfalto y de cristal, en la que lo importante es existir como sujeto que compra en el centro comercial.

Para resistir aquí es mejor no pasarse de cínico. Tampoco es demasiado saludable indignarse. Como a lo largo del camino muchos te van a decir es lo que hay. No es verdad, no es lo único que hay. Están Berlín, Bucarest, Buenos Aires, o Beirut. Y si no las han dejado sin madera, aún perviven aquellas otras junglas de las que hablábamos al comienzo.