martes, 11 de septiembre de 2007

OTRO ONCE DE SEPTIEMBRE

Recuerdo el Chile de Allende por sus aeropuertos, por sus azafatas esbeltas, por los pilotos con apellidos británicos y ese acento zumbón de ganas de reírse de sí mismos antes que de uno. Aquel once de septiembre yo tenía que aterrizar allí (Inglaterra nos invitaba a tomar el té en uno de los countries de Viña del mar) pero el golpe retrasó la merendola casi un año. Cuando regresé, el acento zumbón de los militares sonaba tétrico y lo demás, como dijo el poeta, era silencio. Un silencio que después imaginamos roto por horrísonos gritos nocturnos, pero que entonces, y hasta hace poco, fue hermético y terrorífico (ya saben que el silencio es tan amigo de la prudencia como del miedo).

Cuando ocurrió lo del World Trade Center, estaba de vacaciones en mi casa de Hell´s Gate. No por casualidad leía en aquellas fechas “Estrella distante” una novela negra de un portentoso y joven escritor chileno, Roberto Bolaño. Recuerdo aquellas coliflores de polvo y de cascotes brotando en Wall Street como si las torres fueran tallos que volvieran a la tierra.


A aquello no le siguió el silencio, sino el ruido. Entre tanto ruido consumí la novela del silencio, del otro once de septiembre. Con ella cerré, al menos eso creo, la cuenta pendiente de embajador de countries, de involuntario cómplice. Al terminarla encendí de nuevo la televisión, para ver el polvo flotando en un mundo ya ajeno, en el que yo no pinto nada.

2 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Vaya D. Vilos, excelente recuerdo. Entre polvo y silencio vivimos y seguimos viviendo.

Salud y República

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Enorme esta anécdota circular en la que se solapan fechas, lugares, silencios y ruidos.
Y tanto, tanto polvo...
Por cierto, vaya sitio para hacerse una casa, "Hell's Gate". Yo voy a ver si pillo una en "World's Bottom", xDDD.
Saludos, Vilos.