TORRES SE VA DE CASA
No ha pasado tanto desde que el niño debutó con el Atlético. Fue al final del primer año en el infierno. Marcó un gol que entonces parecía decisivo pero que al final fue insuficiente. Un año después ya era un personaje, y en un par de temporadas se hizo con el brazalete para convertirse en el jugador indispensable del Atlético, lo que no es decir mucho si se examinan los jugadores que en estos años ha tenido ese club.
Cuántas veces se preguntarán los aficionados qué hubiera sido del Atlético esta temporada si los Gil no hubieran vendido al ‘niño’, ahora que por fin han hecho fichajes que pintan bien. Sin embargo, da la sensación de que todos han ganado con el negocio: el equipo ha mejorado ostensiblemente y Torres ya marca para los de Benítez.
Quizá le hacía falta irse para demostrarse que no está sobrevalorado, quizá unas temporadas en Inglaterra sirvan para que controle mejor el balón o para que deje de tirar al bulto, pero, hasta que vuelva, la Liga se queda huérfana de promesas. El Atlético pierde al último canterano que llegó al primer equipo, y los rivales tachan un enemigo de fuste. Torres consiguió consagrarse como un especialista capaz de ganar puntos en un momento de inspiración; fue el jugador más regular de los equipos regulares de la Liga. En Anfield, tendrá que multiplicar esos chispazos para granjearse una sombra del cariño que siempre le ha dado la grada del Calderón.
Desde el doblete hasta el día de hoy, Torres ha sido el más capaz de levantar al estadio. Y ahora se va de casa. Se queda vacante el puesto de líder en el Atlético; consagrar al próximo será la última función del Calderón antes de que la orquesta se traslade a la Peineta. Pronto los goles de Torres serán un recuerdo sepultado bajo unos apartamentos de lujo a los pies del Manzanares
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