Hoy me he quedado dormido. Había bastante luz cuando he abierto el ojo. He llamado al despacho para avisar. Mi secretaria, que es adicta a la ópera, estaba llorando. Ha muerto Pavarotti, me ha anunciado, como si desde ese momento nada más importase. Se me ha ocurrido bromear y le he cantado “qué tiene de especial, tanta, tanta canela” pero no le ha hecho ninguna gracia. Cuando he llegado al despacho no me hablaba. Le he reprendido seriamente por su actitud “hay quien muere trabajando, en lo mejor de la vida, y Pavarotti ha muerto entre terciopelos y farfalli”
Señor Vilos, los hombres como usted y Pavarotti no deberían morirse nunca –ha contestado.
¡Cómo me halaga la fe que tiene puesta en mí esta empleada! Si hubiera oído a mi mujer ayer por la tarde, de qué manera se burlaba de mi candidez: “Si tú supieras” repetía “si tú supieras”
Señor Vilos, los hombres como usted y Pavarotti no deberían morirse nunca –ha contestado.
¡Cómo me halaga la fe que tiene puesta en mí esta empleada! Si hubiera oído a mi mujer ayer por la tarde, de qué manera se burlaba de mi candidez: “Si tú supieras” repetía “si tú supieras”
Mi secretaria, en cambio, cree que yo lo sé todo, aunque se enfade o no comprenda mis bromas. Pobrecita... ¡cuánto me quiere!
3 comentarios:
Estimado Sr. Cohaagen:
Por la presente, quisiera mostrarle mi más absoluta solidaridad y simpatía para con su
-estoy seguro de ello- eficiente y melómana secretaria. Sin otro particular, etc, etc.
D. Vilos, lo de Pavarotti, desgraciadamente ya pasó. Pero, Vd. cuídese que ya le dije que no me gustaba su última imagen (la foto)
Salud y República
No tiene buen aspecto el pobretico, no, con todo lo que le está pasando...
Querido Vilos, póngaselo fácil a su secretaria. Déjese cuidar.
Salu2!!
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