miércoles, 19 de septiembre de 2007

UN ASUNTO ME LLEVA A LOS BAJOS FONDOS

Así es Teloria



Una vieja se muere en el suburbio de Teloria. Es súbdita holandesa, voy a verla.

Cómo está, señora. Muy mal Don Vilos, me muero.

En la habitación de al lado, sus familiares (la jefa, una rolliza mulata desdentada) tejen la mortaja, regañan a los niños, se ríen.

No diga eso, no se muere.

No sea absurdo.

(Qué puedo decir, en la habitación no hay luz, todo es negro o morado, huele a moho) Me dedico el gesto de tomarle la mano.

Tengo un hijo en la guerra. Es blanco de corazón, menos que usted. Aquí estaba perdido, le mandamos allá. No tiene la nacionalidad. Es negro. Ya sabe lo que los marines hacen con los nuestros, me lo matan, señor Vilos, me lo matan.

No diga eso, sobrevivirá.

¿Usted cree? Ay, ojalá Él lo escuche. Si fuera posible hacerle holandés.

Desde aquí es difícil, tardará meses.

(Ella adivina)

Veré que puedo hacer.

Dejo a la vieja doliéndose de la vida. Una de las hijas me acompaña. Ya se ha hecho de noche en Teloria. Los holgazanes nos ven pasar, mastican un salazón de cabra muy popular entre los mulatos. La desdentada se ríe por nada. Me habla del hermano que está en Irak:

Mal bicho no lo matan, ese nos sobrevive a tós.

Cuando pasamos el límite del barrio, desaparece.

Huele a oreja de cerdo a la plancha. Desde esa calle se ve la playa, el manto cae sobre ella sin abrigarla. Las estrellas deberían despedirse de la anciana y de su hijo. Sería un detallazo.

1 comentario:

Augusta II dijo...

¡¡¡Qué vidas, D. Vilos, qué vidas!!!
A veces pienso que tiene usted un trabajo nada privilegiado.
Pobre vieja, pobre gente...

Salu2!!!