martes, 18 de septiembre de 2007

LAS UVAS ESTÁN PARA COGERLAS



Ayer, en el canal internacional de Tve, un hombre fuerte, analfabeto funcional, exponía de apabullante manera un argumento a favor de la contratación de ilegales para la temporada: no es en septiembre cuando el gobierno tiene que preocuparse por los vendimiadores ilegales, decía, la uva lleva plantada todo el año, si no se saca se pudre, si se pudre nadie gana.

La periodista lo aceptó porque ese es su trabajo, pero yo no me quedé convencido. ¿Es cierto que nadie gana si se pudre la uva? Quizá sea así en abstracto. El mercado, sin embargo, no se mueve con silogismos: la pérdida de unos implica ganancias para otros, eso es igual en septiembre, noviembre o marzo ¿Pierden los ilegales si la uva se pudre? Puede, pero ¿cuándo no pierden los sin papeles?

Aunque, como buen agricultor, el capataz fingía su enfado, no podía ocultar la satisfacción que le producía el momento. Ni convergencias, ni tasas ni penalizaciones, sólo la viña reflejaba su mirada. Era tan elocuente la reventona gordura de las uvas que hasta a los esclavizados rumanos ponía alegres.

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