miércoles, 12 de septiembre de 2007

LO QUE EL VIENTO SE LLEVA Y LO QUE NO

Menudo disgusto

Ayer vimos esa película, para complacer a nuestra invitada Kate.

¿De qué hablamos cuando hablamos del Sur? De honor y esclavitud, unidos y reunidos, y de una aristocracia obtusa, como todas las demás, pero sobre todo efímera, mucho más que las europeas, tan efímera que una brisilla puede arrastrarla.

La protagonista, que identifica sus borceguíes con la idea del Sur mítico, se encapricha del paniaguado Wilkes y de paso lo confunde con el héroe de esa arcadia perecedera. El cínico machote, Butler, se encarga de decirle lo que todos pensamos: que ha perdido el norte por ese sur que no existe (diga lo que diga Serrat) y que ha descuidado lamentablemente el sur anatómico que todos los humanos debemos ocuparnos de regar.

Mientras veía la película no dejaba de pensar que tal vez Saba es como el Sur, la estrella amarilla del Caribe, con nuestras ayas negras, nuestros encajes y ese sentimiento de superioridad que arrebola las mejillas de muchachas y no tan muchachas. Quizá aún no ha llegado nuestro Gettysburg, aunque me inclino a creer que el viento del Caribe sólo arrasa las casas de los pobres. Los únicos castillos que la historia se lleva por delante son los que construyen en el aire taradas como Scarlett O´Hara.

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