La forma de ser de la novia del poeta no deja de sorprenderme. El sábado, después de una discusión con él, se metió en el agua y comenzó a nadar. Se adentró dos millas en el mar. Cuando se cansó se quedó allí, inmóvil. Quién sabe si quería que un calambre la dejara en el fondo marino.
Dillión llegó una hora y media después, en la chalupa de uno de sus amigos pescadores. Por lo visto Mayte subió sin rechistar. Dicen que sonreía como una niña, envuelta en una manta, mientras la barca se acercaba al puerto. Desde luego es una mujer bien fuerte.
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