Cohaagen avanzaba por el pasillo. Era medianoche. De pronto, un animal le miró: en sus ojos había tanto miedo como odio. Sus fauces sanguinolentas rezumaban espuma. De los orificios de la nariz caía un líquido vapor transparente.
Agarróse a su vientre.
Cohaagen gimió, intentó zafarse de él tirando cabezazos al aire, puñetazos al vacío. Todo el esfuerzo le dejó, minutos después, empapado, exhausto, farfullando incoherencias, apoyado en la pared.
Nunca un pimiento relleno había sido tan temible.
2 comentarios:
¿No será que estaba frente a un espejo y era de él mismo de quien se horrorizaba? ¿o es que a pesar de estar acostumbrado a ese espejo al fondo del pasillo, no lo estaba tanto de su aspecto fruto de la reacción alérgica provocada por el pimiento relleno? Pero pimiento ¿rojo?¿verde?... relleno ¿de carne?¿queso?¿pescado?¿atún?¿chorizo?¿pimiento?¿verde?¿rojo?...
Vaya Jarl, me pilla en off-side. No tengo espejos en casa, esa opción queda descartada, aunque, bien mirado, pudo ser que me viera desde fuera: muchos intoxicados por droga han narrado experiencias similares.
Este fin de semana he estado pensando y no descarto que me intentaran envenenar. El pimiento era relleno de gambas.
Le informaré de lo que averigüe.
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