No siempre hay tiempo para calcular las fuerzas que te restan. A veces tienes que detenerte de súbito, descolgar el teléfono, renunciar a la actualización del blog o dejar a medias las explicaciones que das a la gente. La vida se me haría insoportable si no tuviera el mar cerca. Los pies palidecen dentro de la gran sopa del caribe y puedo verlos montruosos y minúsculos. Luego los aferro a la arena blanca.
viernes, 8 de junio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Eeey, hola guapo, cuánto tiempo. Te veo hecho un marqués, jeje, esa vida rivereña de amito del hogar, muy bien, sí señor.
Yo aún ando por Madrid aunque con perspectivas de nueva huida hacía el sur, el mar es lo que tiene. Así que por mí encantada, nos vemos cuando quieras.
Besitos.
Publicar un comentario