Vi una vez al Fary, yo estaba en Cleofás (¿sigue existiendo esta sala?) acompañado de unos amigos. Sus canciones siempre me evocaron ese Madrid chuleta y cazurro, que hoy llaman castizo, guasón y etílico, una ciudad desacomplejada, que poco tiene que ver con lo que he visto en mis visitas más recientes.
Era un personaje ratonil, feo de proverbio, cariñoso de jotabé, falsamente andaluz, flamenco de verbena. Aquella noche nos hizo reir. Gracias a él y a otros así, sigo añorando algunas noches madrileñas de parranda, esas noches horteras.
1 comentario:
Hace algún tiempo iba por Madrid una vez por semana y me parecía ir másde lo que yo quisiera.
Ahora voy una vez al año y me parece un exceso intolerable.
Yo me he hecho viejo y la ciudad se ha degradado. Cosa de los dos, supongo.
El Fary era tan flso que resultaba una fabulación creíble.
Ahora no veo más que realidades inauditas. Veras ma non bene trovattas.
Un asco oiga.
Publicar un comentario