jueves, 8 de noviembre de 2007

VUELCOS

Otra zona inundada de Saba

Los del suburbio estaban en plena reconstrucción, Poco ladrillo, poco hormigón y mucho adobe, ocho manos aquí, cuatro escobas allá, y un reguero de agua, de algo que fue agua, burbujeando en el centro de la calle. Caminaba absorto (antesdeayer conocí la sentencia del juicio de los atentados de Madrid). Quería creer en esta especie, pero el tufo a muerte no ayudaba.

Por fin, llegué a la casa de aquella mujer.

No se alegró de verme. Miró como si se acabase de despertar; hostil. Llevaba puesta una falda vieja de Carmen y una camiseta de los Houston Rockets.

[V.C] Su hermano, Laudél... A su hermano le queda... Su hermano está muy enfermo, le queda poco tiempo de vida.

[D] Ay señor, pero yo no puedo ocuparme de eso, ¿ve usted cómo está la casa? Es una casa de gente pobre, hombre, no de señores que viajan.

[V.C] La corona holandesa estaría dispuesta a hacer un esfuerzo económico.

Se despierta. Algo me dice que ve las funciones teatrales que televisa la cadena local. Sitúa la muñeca de su mano izquierda en su frente. Con la derecha agita un cigarrito marrón igual que si fuera un abanico. Su hermano: cuánto se querían, cómo le perdieron, cuánto le echan de menos.

[D] ... sobre todo Circe Denise, pobre niña, que perdió a su mamá y ahora perderá a su papá.

Circe Denise, la conozco, la chica que vino a por las garrafas. La sensación de que es la protagonista, de que todo gira entorno a ella. Ahora el viaje, luego el jacho, como con Kate, una Kate exuberante, más simple, y (¿cómo consecuencia?) menos recatada, una adolescente que no puede viajar sola. Pobre Circe Denise, ¿ya sabrá que se marcha con un viejo, para ver cómo se muere su padre? ¿lo sabe el viejo?

[D] Déjeme eso a mí.

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