VUELVE EL CÉSAR
Los experimentos de Pérez hicieron pupa al Madrid, pero la contraoferta de Calderón y la sabiduría de Capello, que lleva tantos títulos como años de entrenador, han permitido a los de Chamartín salvar el bache en el que cayeron durante el último período del constructor al frente del club, cuando la virtual ascensión a los cielos de la marca Real Madrid superó las fuerzas de un puñado de estrellas que ya lo habían conseguido todo en este modesto planeta. El paso de ese equipo agotado a uno victorioso ha sido más rápido de lo que sus enemigos querrían. Hoy está cerca de ganar la Liga, sólo tres años después de la última defunción anunciada.
Los periodistas del Madrid rozan acaso la esquizofrenia. Hace dos meses comparaban a Capello con Arsenio Iglesias y hoy preguntan al utillero a qué temperatura se toma el champán. Lo cierto es que llevaban toda la Liga al acecho, siguiendo el plan del italiano, amparados en la eficiencia de Van Nistelrooy, el jugador de la Liga.
Raúl, Guti y el portero siguen representando al madridismo de andar por casa. El capitán ha rendido desde su suave declive, es como el Arturo Fernández del fútbol. Sus grandes noches quedaron atrás, pero Raúl persevera, siete goles suyos, como tres pases de Gutiérrez o siete paradas de Casillas bastan para acercar al equipo a los títulos.
Si algo sabe Ecclestone es que las ciudades necesitan de mitología deportiva y que los cargos electos pagan gustosos, pero no puede probarse que el Madrid gane esta Liga porque lo exija el gobierno autonómico o central. Es más cabal pensar que los de Capello tan sólo aprovechan la penosa resaca del Barça y dejan que les arrastre hacia la Cibeles la misma inercia que los ha llevado a ser el club más laureado, el mismo ritmo que les hace ganar casi todos los domingos.
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