BIENVENIDO A LA JUNGLA
“Bienvenido a la jungla
cada día se pone peor aquí
aprendes a vivir como un animal.”
Guns N' Roses
Dicen que las junglas son distintas. Que se trata de lugares salvajes en los que los animales se disputan cada palmo, el calor asfixia, y la lluvia se clava como dardos cuando traspasa las lianas y las ramas hacia los monos. En esas junglas perdidas, la naturaleza se burla de los humanos. Se coloca sobre sus hombros y los aprieta despacio hasta que los huesos ceden a la presión y los cuerpos caen a la tierra, que pronto se los traga. Hablan de que es difícil salir de allí
Esta es otra jungla, la que conoces bien. La que forman las melodías de los móviles, las voces de los locutores, los sonidos de las ruedas, y las canciones que escucharás muchas veces. Es una jungla que apenas huele, sólo a unos perfumes, a gasolina, y a café. Aquí lo impredecible se da poco y no es casual.
Si tratas de recordar cómo llegaste, seguro que lo consigues. Regresas al camino, a la infancia, al año en que supiste que tenías que llevar dinero encima. No recuerdas el momento en el que escogiste esta vida. Hubo quién se ofreció a acompañarte a lo largo de la ruta, pero en algún punto os separasteis. Nadie te dio la bienvenida, ni te pidió que entraras. Un día apareciste, eso es todo. Cogiste el metro o el autobús en una hora temprana y te encontraste con otros iguales que tú.
¡Parecían tan distintos! Utilizaban palabras que no conocías y que pronto pronunciaste. Lo peor de todo es que te clasificaron antes de que tú mismo supieras quién eras. Te dieron suficientes razones para regresar cada mañana. A lo largo de estos años muchos cayeron en la tierra y viste cómo los engullía. Has visto a recién llegados que esperaban un reconocimiento, un saludo al menos. Y quizás hayas sonreído con sarcasmo.
Podrías estallar en la jungla porque hay compartimentos reservados para los que caen. Se les retira a lugares con una cierta heráldica del fracaso, lugares con encanto tétrico. Pero lo mejor es que sobrevivas.
Ya lo dijo el Rock and roll.
Guns N’roses ha sido el mejor juguete roto del rock de los últimos tiempos. Llegaron a España a la vez que Nirvana, una banda que porta el estandarte de toda una generación perdida. Los Guns N’roses no tuvieron ni suficientes fieles ni demasiada influencia como para hacer sombra a los Nirvana, pero Welcome to the jungle forma parte de la banda sonora de nuestro fin de siglo tanto como Smeels like teen spirit, la canción con la que el grupo de Kurt Cobain se comió el mundo crudo. El tema que da título a este artículo es la síntesis musical de Led Zeppelin y el heavy caniche, la letra es una descerebrada historia de canibalismo y orgías.
La banda de Axl Rose y Slash surgió en Los Ángeles, una jungla de ciudades, muy parecida al modelo de gran Madrid que crece alrededor de Rivas. Es como un niño que revienta toda la ropa, una jungla de asfalto y de cristal, en la que lo importante es existir como sujeto que compra en el centro comercial.
Para resistir aquí es mejor no pasarse de cínico. Tampoco es demasiado saludable indignarse. Como a lo largo del camino muchos te van a decir es lo que hay. No es verdad, no es lo único que hay. Están Berlín, Bucarest, Buenos Aires, o Beirut. Y si no las han dejado sin madera, aún perviven aquellas otras junglas de las que hablábamos al comienzo.
“Bienvenido a la jungla
cada día se pone peor aquí
aprendes a vivir como un animal.”
Guns N' Roses
Dicen que las junglas son distintas. Que se trata de lugares salvajes en los que los animales se disputan cada palmo, el calor asfixia, y la lluvia se clava como dardos cuando traspasa las lianas y las ramas hacia los monos. En esas junglas perdidas, la naturaleza se burla de los humanos. Se coloca sobre sus hombros y los aprieta despacio hasta que los huesos ceden a la presión y los cuerpos caen a la tierra, que pronto se los traga. Hablan de que es difícil salir de allí
Esta es otra jungla, la que conoces bien. La que forman las melodías de los móviles, las voces de los locutores, los sonidos de las ruedas, y las canciones que escucharás muchas veces. Es una jungla que apenas huele, sólo a unos perfumes, a gasolina, y a café. Aquí lo impredecible se da poco y no es casual.
Si tratas de recordar cómo llegaste, seguro que lo consigues. Regresas al camino, a la infancia, al año en que supiste que tenías que llevar dinero encima. No recuerdas el momento en el que escogiste esta vida. Hubo quién se ofreció a acompañarte a lo largo de la ruta, pero en algún punto os separasteis. Nadie te dio la bienvenida, ni te pidió que entraras. Un día apareciste, eso es todo. Cogiste el metro o el autobús en una hora temprana y te encontraste con otros iguales que tú.
¡Parecían tan distintos! Utilizaban palabras que no conocías y que pronto pronunciaste. Lo peor de todo es que te clasificaron antes de que tú mismo supieras quién eras. Te dieron suficientes razones para regresar cada mañana. A lo largo de estos años muchos cayeron en la tierra y viste cómo los engullía. Has visto a recién llegados que esperaban un reconocimiento, un saludo al menos. Y quizás hayas sonreído con sarcasmo.
Podrías estallar en la jungla porque hay compartimentos reservados para los que caen. Se les retira a lugares con una cierta heráldica del fracaso, lugares con encanto tétrico. Pero lo mejor es que sobrevivas.
Ya lo dijo el Rock and roll.
Guns N’roses ha sido el mejor juguete roto del rock de los últimos tiempos. Llegaron a España a la vez que Nirvana, una banda que porta el estandarte de toda una generación perdida. Los Guns N’roses no tuvieron ni suficientes fieles ni demasiada influencia como para hacer sombra a los Nirvana, pero Welcome to the jungle forma parte de la banda sonora de nuestro fin de siglo tanto como Smeels like teen spirit, la canción con la que el grupo de Kurt Cobain se comió el mundo crudo. El tema que da título a este artículo es la síntesis musical de Led Zeppelin y el heavy caniche, la letra es una descerebrada historia de canibalismo y orgías.
La banda de Axl Rose y Slash surgió en Los Ángeles, una jungla de ciudades, muy parecida al modelo de gran Madrid que crece alrededor de Rivas. Es como un niño que revienta toda la ropa, una jungla de asfalto y de cristal, en la que lo importante es existir como sujeto que compra en el centro comercial.
Para resistir aquí es mejor no pasarse de cínico. Tampoco es demasiado saludable indignarse. Como a lo largo del camino muchos te van a decir es lo que hay. No es verdad, no es lo único que hay. Están Berlín, Bucarest, Buenos Aires, o Beirut. Y si no las han dejado sin madera, aún perviven aquellas otras junglas de las que hablábamos al comienzo.
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