martes, 18 de diciembre de 2007

AYER POR LA TARDE

Por más que haga memoria, no sé. ¿Recuerdo las noches de boxeo? Tal vez. Cuando pasé la diálisis muchas cosas quedaron atrás, rostros, frases, nombres… ¿Mia Farrow? Es el nombre de una actriz ¿verdad? Si después de tantos años quien sea (quien seas) no se atreve o no quiere dar su nombre, ¿cómo pretende que le recuerde?

En efecto, el 26 hay boxeo. Como todos los años. Lo ha podido leer en Internet. ¿Es una broma? Bien, no perdamos el tiempo. Ya digo que muchos nombres se quedaron en los charcos; que los rostros del ayer hoy los veo deformados por el culo de un vaso. ¿Mia Farrow? No caigo, ¿es algún tipo de broma? Dejémoslo ahí.

Ya hemos aterrizado, después de un mes -mes y medio.

Ayer estuvimos por la tarde en la playa, solos Carmen y yo. Ella me decía, qué ridículos se han vuelto los españoles. Yo le dije, aún no han interiorizado lo que vale un euro (creo que se lo he oído a un ministro).

Ya, qué cambio. Qué ridículos (¿te fijaste qué coches se veían por el centro de Madrid, Vilos?). La abundancia es hortera.

¿De verdad que no quieres que volvamos, Carmen?

Miró al frente, adonde se supone que queda Phillipsburg. El sol caía como una moneda naranja que se colara por la ranura equivocada del cosmos. Cientos de pulgas brincaban a un metro de la orilla. Me respondió con otra pregunta.

¿Cómo estará Circe?

Y los dos callamos otros cinco minutos, hasta que la brisa erizó mis brazos (ella los llevaba tapados).

Escucha, cariño: ¿alguna vez te he hablado de boxeo?

3 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Vayase Ud. al boxeo con Carmen, Don Vilos y no vuelva por aquí. En todo caso si necesitara algo de los españoles, déjeme en un mensaje criptado la forma de llegar y me voy para Saba.

Esa playa solitaria y este mundo loco me han convencido.

Salud y República

Vilos Cohaagen dijo...

No necesitamos nada más que buena compañía, por supuesto está usted invitado a nuestra casa.

Unknown dijo...

Querido Vilos, me alegro de volverle a encontrar otra vez en su sitio. Me pareció muy alterado en su viaje por Europa. Callé. No quise enturbiar sus reflexiones. Ahora le veo otra vez en la playa, con Carmen, como siempre le he imaginado. Reciba un saludo muy, muy cordial. Y si entre los arrecifes encuentra alguna langosta, tómesela a mi salud. Paz, amigo.